Yo siempre presente, de necia;
siempre, siempre creyente y fiel
de cada promesa que dabas,
de falsas y absurdas palabras.
El dolor y tu ausencia estaban tan cerca,
con el temor de ver nuestra última cena;
solo traiciones había a diario contigo,
poco tenía de ti, solo abrazos fríos.
El fuego hoy te deseo;
una hoguera en los ojos,
gracias a ti, yo, tengo esto.
Yo ya no quiero besos;
ya tú no tienes cielo;
del corazón, de parte suya,
vete al infierno.
Puse en las llamas: mis manos y mi alma,
mil veces y más, mi excesiva confianza;
por tantos cuentos, ya tu careta cayó,
no hubo cariño y el amor no nos duró.
El fuego hoy te deseo;
una hoguera en los ojos,
gracias a ti, yo, tengo esto.
Yo ya no quiero besos;
ya tú no tienes cielo;
del corazón, de parte suya,
vete al infierno.
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