Era un jarrón vacío,
un espejo roto sin suerte.
Era un hombre sin fe,
un pedazo de carne,
vivía entre dudas.
Me distanciaba muy lejos,
con mis errores detrás de mí,
las penas llegaban a diario.
Nunca quise llamarte,
te negué muchas veces,
no quería ser perdonado.
Ya no creía en ti,
estaba hundido en lo malo.
Desconfiaba de tu poder,
quise alejarme de ti.
No encontraba salida,
nunca quise buscarte.
Fuiste tú quien me halló,
siempre estabas conmigo.
Nunca me abandonaste,
así era tu amor.
Me rescataste del miedo,
nunca me dejaste de proteger,
y no merezco nada del cielo.
Siempre estuviste allí,
cuando quise escaparme,
siempre estuviste a mi lado.
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