Frisaba su rencor contra mis brazos,
le dolía absolutamente todo,
por cada rincón del alma
mustias se escuchaban sus palabras;
repetía tantas veces contra mí
toda esa rabia que la dominaba.
Me odiaba, por un cotilleo que
con maldad y fruto de la tirria
alguien, inescrupuloso y sin fe,
sin conciencia posó
con descaro sobre sus oídos.
Frisaba su rencor contra mis brazos,
le dolía absolutamente todo,
en sus venas se notaba
cómo cada duda le brotaba;
repetía tantas veces contra mí
toda esa rabia con intensas ganas.
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