¿Para qué recordar
la puerta que no se cerró?
el instante
cuando mi amor,
intentado hacerte
entrar en razón,
sin dignidad se aferró
a tus piernas, a tus caderas;
cuando tú solo huías,
siendo yo quien llevaba
las cadenas.
¿Para qué recordar
la ventana por donde se fue?
el instante
cuando dejé de ser,
cuando cambié
un último suspiro
por algo más de fe.
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