Sus manos lloraban sin gota de agua,
pues era intenso aquel dolor, como aquel,
aquel monstruo que le desgarraba el alma;
el temor la mantenía en el abismo,
en querer seguir perdida en lo mismo.
Sus piernas gritaban sin decir palabra,
pues era intenso aquel dolor, como aquel,
aquel monstruo que apuñalaba sus ganas;
la soledad le acechaba por la espalda,
le escondía todo rastro de esperanza.
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