La espera me comenzó a lastimar, y
el tanto rezar ya pasó a cansar;
va ganando por amplia mayoría
el consejo de ya darte el adiós,
no soy Superman y el dolor bastó.
Nada y, solo grandes lágrimas son
lo que a mí el destino me deparó;
a diferencia del resto, esto y no más,
es lo que me quedó luego de dar,
por mi necedad, tantísimo amor.
Tú, que siempre me ignoras,
yo, en mi interior sin una respuesta;
yo, haciendo de tripas corazón, y
el tren que por nosotros no llega.
Tú, que siempre me ignoras,
yo, siempre en la banca y olvidado;
yo, aguardando que luego de tanto
por mí un día tú al fin sientas algo.
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