Después de decirme que
tiempo y más necesitaba este amor,
fue que el corazón sospechó
a dónde iban tus pies,
a dónde ibas y a más de cien.
Mi piel se cansó
de gritar
tener más,
poco más de
cariño lindo y
tu atención.
Comprobé cuál fue la cara
que me dibujaste cada mañana;
comprobé dejando de lado el dolor,
la cara que tú siempre viste en mí,
de una que siempre creyó en ti.
No me quedó
más que aceptar
el adiós.
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